jueves, 18 de febrero de 2010

Cuando los demás vienen, nosotros vamos


(Me perdonan tanta seriedad iNAPropiada)

El NAP (Network Access Point o punto de acceso a Internet) no es una preocupación nueva. Cuando hace un poco más de una década, aún a esa tostada llamada Internet no se le veía mucho queso, un grupo de académicos en Venezuela empezó a advertir que era necesario establecer un punto único para solventar problemas económicos y técnicos en el flujo de datos que circulaba por la red en América Latina.

Durante este período casi todos los países de la región lograron poner de acuerdo a los involucrados en el mercado del sector de las telecomunicaciones, lo que significó una madurez para alcanzar objetivos comunes en el marco de libre competencia. Menos Venezuela, entre otras cosas, por el peso que significaba CANTV en la negociación, antes privada, y luego (nuevamente) del Estado.

Después de dos intentos históricos infructuosos, y cuando ya el NAP no es una preocupación para nadie, entre otras cosas porque la tendencia a la baja en los precios internacionales de conexión han ido solventando las antiguas preocupaciones, en Venezuela empieza a sonar el tema con insistencia, gracias a una política oficial que promueve una idea de soberanía, como si se tratara de descubrir el tema.

El NAP es propuesto más recientemente en Venezuela por un Estado que asume claramente el manejo de la información dentro de ámbitos estratégicos y de seguridad nacional. El Plan Nacional de Telecomunicaciones, Informática y Servicios Postales 2007-2013 (aunque ya no debe estar vigente por la eliminación reciente y sorpresiva del ministerio que lo acogía) incluía entre sus cinco Líneas Generales la de Soberanía e independencia tecnológica, con un objetivo claro: “Maximizar el tráfico (voz, datos y video) local y regional dentro del territorio nacional (NAP)”, minimizando así “el riesgo para la soberanía e independencia, así como los costos derivados de la actual necesidad de ‘enrrutar’ (sic) el tráfico nacional y regional de voz, datos y video hacia la red (WWW) a través de nodos dependientes o regulados por países afines al poder hegemónico actual”.

Esta idea es coherente con lo que se lee en un borrador que no quiso ser reconocido por el sector oficial, pero que circuló hace más de un año como un nuevo proyecto de la Ley Orgánica de Telecomunicaciones, Informática y Servicios Postales, y en el que se anuncia en la disposición 18 de las disposiciones finales la creación de un Punto de Acceso Nacional promovido por el Estado:

“El Ejecutivo Nacional creará un punto de interconexión o punto de acceso a la red de los proveedores de servicios de internet, con la finalidad de manejar el tráfico con origen y destino en el espacio geográfico de la República, al objeto de utilizar de manera más eficiente las redes del país dado el carácter estratégico del sector”.

Ahora bien, si todos los demás países lo han hecho y ahora el Estado venezolano lo asoma, ¿por qué tanta alharaca? Algunas razones para discutir:

  • - El NAP fue un proceso de acuerdo entre los actores del mercado de diversos países, en los que en algunos casos el Estado participó como mediador entre las posibles diferencias, con la idea de garantizar solvencia en la negociación en beneficio de la sociedad.
  • - El NAP constituyó un proceso de madurez para regular las dificultades, más económicas que políticas, del uso de Internet.
  • - Los procesos de negociación de un NAP se realizaron en contextos en los que, pese a todos los problemas de América Latina encima, existía confianza en las relaciones y en donde no latía la amenaza de control de la información por parte del Estado (sólo tenía que lidiarse con la amenaza de control de los medios privados, que ya era bastante).
  • - En varios artículos del borrador de Proyecto de Ley, discutido hace poco más de un año, se le da potestad al Estado para dictar políticas o regulaciones según consideraciones del ente rector (Ministerio) y exigir a los Proveedores del Servicio de Internet (ISP) modificaciones propias de administración de tráfico, en función de cualquier beneficio social. De ser así, ese beneficio social, con el que en teoría la mayoría de los venezolanos podría inclinarse, se diluye en una ambigüedad teñida por posibles intereses del proyecto político oficial, con el cual la mitad de la población de participantes en los últimos procesos electorales, ha manifestado estar en desacuerdo.
  • - La emergencia de nuevas tecnologías, combinación de servicios y baja en los precios internacionales de conexión dejan atrás las preocupaciones económicas que movilizaron inicialmente el NAP, lo que hace que a estas alturas pierdan vigencia los primeros términos económicos. Y ahora podrían surgir otros que, en nombre de la soberanía, ahoguen nuevas opciones para hacer verdaderamente plural la agenda temática del país, frente al riesgo hegemónico de medios privados, ahora añadiéndole el del Estado.

Pueden revisarse fechas, precisiones y detalles sobre lo que es un NAP en:

Investigación realizada para APC: Venezuela: NAP: ¿oportunidad para mejorar el acceso universal de banda ancha?”.

Venezuela en siglo de cambios: nueve años de vaivenes en las comunicaciones. Anuario Electrónico Disertaciones