miércoles, 2 de septiembre de 2015

Cada quien con su uti possidetis

La frontera colombo-venezolana  nunca ha sido bien comprendida por Caracas y Bogotá. Desde tiempos prechavistas y pre-uribistas, claro está; no es éste un tema exclusivo de la farándula tropical actual. En realidad, quienes suelen habitar zonas en las que culmina un país y empieza otro, han tenido que tragarse el cuento geopolítico como un capricho histórico que sólo les compete a los que, muy lejos, en las capitales, firman acuerdos y dibujan rayas sobre el papel, imaginando un mundo de grandes muros. Pero en la práctica, ahí todos los días la gente vive con un pie de un lado y del otro. En aquellas zonas fronterizas en donde el paso es cotidiano, no hay arenga nacional que disuada, por ejemplo, los amores, esos de donde luego surgen nuevos habitantes, que no son nacionales, sino fronterizos, porque a nadie se le ha ocurrido preguntar cuál bandera cubre el lecho de las noches románticas.

Esto, más que ser un estorbo, le ha servido a los políticos nacionales de un lado y del otro para hacer de la frontera un tema que se aviva, según estén ubicadas las piezas del ajedrez. En Venezuela, por ejemplo, en los tiempos del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, el talante orgullosamente gocho de este presidente propició formalmente el período en el que recuerdo hubo más reuniones colombo-venezolanas: la llamada Comisión Presidencial para Asuntos Fronterizos –COPAF y, más adelante con el presidente Caldera, COPIAF- expresaba políticamente el avance de serias discusiones alrededor del desarrollo fronterizo. Todavía recuerdo al gran Pompeyo Márquez con las carpetas abultadas de papeles declarando permanentemente sobre el tema. Por supuesto que este ambiente no impidió que desde los predios nacionales se siguiera promoviendo el perfil de “aquellos y nosotros” y que, dado el momento, el venezolano que sólo conocía de la frontera lo que se desplegaba en los medios, mirara al colombiano de soslayo.

Pero la frontera Táchira-Norte de Santander es otro mundo. En los tiempos de adecos y copeyanos, en Venezuela no faltó quien cedulara de manera furtiva a colombianos, con fines electorales. Y los fronterizos iban orgullosamente a votar en su condición binacional. Décadas más tarde el presidente Hugo Chávez Frías haría explícita su consigna bolivariana y, al menos en el año 2007, ya se corría la información de más de dos millones de colombianos participantes del Movimiento Bolivariano y que terminaron pintando su dedo meñique en favor del chavismo. Cuidado, quizás, si no sería a cambio de pedazos de tierra, en donde fueron construidos ranchos hoy derrumbados por órdenes del propio chavismo.

También, en esos lugares, hay espacio para la viveza que, siendo fronteriza, podría ser doble porque es capaz de sumar el talante nacional de tramposos de un lado y de otro, y sacarle el provecho a la desidia en políticas públicas. Porque las fronteras, al igual que incomprendidas, también suelen ser olvidadas. Y de esta forma, los gobiernos se hacen la vista gorda para una zona que está casi tan lejos que no pertenece a nadie. En estas zonas, donde las leyes nacionales se van desdibujando con los kilómetros de distancia, se imponen redes de control local, con gente de allá, de acá, de aquí y de ahí.

Todos sabemos que la frontera es un indicador importante de la condición de cada país y que, de manera natural, las desigualdades se acentúan con el contraste económico nacional que obliga a los locales a trabajar y ganar en una moneda de un lado y vivir en el otro, conformándose un cordón cultural histórico entre los dos países que no se diluye pegando un grito desde las capitales.

Tratándose de un problema binacional, el contrabando, por ejemplo, una de las expresiones más complejas de la frontera, no se resuelve aislando un país y cerrando puentes con alambres de púas. Ningún producto de un país, saldría en cantidades exorbitantes sin la ayuda de una red compleja, mucho más de lo que se piensa en las capitales, en las que el vendedor final  es, como siempre, un eslabón pequeñito y débil. Cuando Maduro, en un acto arbitrario que la historia se encargará de registrar en su momento, decide cerrar la frontera Táchira-Norte de Santander y expulsar a colombianos, no está haciendo otra cosa que humillar a quienes poco tienen que ver con lo estructural del problema del contrabando. Antes que eso, primero debió cambiar a todos los guardias nacionales que en las alcabalas, van quedando como unidades receptoras de dinero, camufladas con gestos serios y que envían “mensaje de García” a gente en las esquinas, hasta que finalmente la mercancía llega a territorio colombiano. Sin hablar de aquellas rutas que no se ven y que en horarios nocturnos podrían haber llegado a establecer pasos más complejos con intermediarios sofisticados. Desconozco el problema de la droga y el paramilitarismo en la zona fronteriza colombo-venezolana, pero si se reconoce que es una condición de los últimos 15 años, lo más sensato es también pensar que alguna debilidad se habrá encontrado del lado venezolano para permitir que esto sucediera durante el período chavista.

Del lado colombiano también tendrían que reclamar los fronterizos: un gobierno nacional y local que históricamente ha ido corriendo el problema del contrabando de gasolina, por ejemplo, promoviendo figuras legales entre los llamados “pimpineros”, con puestos informales en Cúcuta, con el riesgo de ser explotados algún día por lo improvisado de estos negocios. El alcalde actual de Cúcuta ha prometido “empleos temporales” para la gente que llega en buses, deportada de Venezuela. Uno siente que la promesa es poco seria y que en realidad, debería plantearse un programa de desarrollo para el Norte de Santander que no dependa económicamente de una actividad que a todas luces es ilegal. Uno siente que las autoridades colombianas están prendiendo la velita a escondidas, para que reviva aquello que ha permitido dar de comer a gente humilde, mientras otros más grandes reciben la tajada ingente del negocio.

Uno no termina entendiendo bien cuál es la razón del cierre actual de la frontera Táchira-Norte de Santander, porque es obvio que el problema del desabastecimiento en Venezuela va a continuar, si no se acude a un cambio radical en las políticas económicas del país. Es probable que los colombianos cedulados con fines electorales ya no sean tan útiles como lo soñó Chávez. Por ahora, cada quien intenta moverse rápidamente ante esta arbitraria decisión: políticos colombianos como Uribe descubren en la frontera colombo-venezolana un terreno fértil para la próxima contienda electoral regional en su país; unos soldados venezolanos que, a cambio de billete en mano, dejan pasar a personas de un lado a otro; rutas nocturnas inimaginadas, mientras cientos de personas colombianas duermen en carpas; niños que ya no cruzan la frontera para aprender a leer los pensamientos bolivarianos, taxistas que se mueven despacio; una ministra colombiana que promete nacionalidad a los venezolanos que quieran reunirse con sus familias; gente venezolana que ya no puede pasar a comprar la medicina escasa en propio territorio; profesores, artistas, delegados que deben regresar a su destino sin cumplir con programas binacionales académicos y culturales; turistas con maletas en medio del puente; enseres domésticos flotando en un río que se lleva las esperanzas de los más pobres. Cuando un gobierno decide históricamente cerrar un paso fronterizo como el del Táchira-Norte de Santander, lo que resta es esperar que cada quien asuma el uti possidetis iuris y demarque en su cabeza las fronteras que le corresponde.  


jueves, 2 de julio de 2015

Herramientas (TIC) básicas que podrían ayudarnos


Durante el período intersemestral, la Universidad Autónoma de Bucaramanga activó la llamada Ruta TIC para docentes en nivel básico, en la cual brindó información práctica sobre el uso de algunas herramientas y servicios en la web, útiles para montar y socializar contenidos con el uso de recursos gráficos, audio y otros elementos creativos que pueden hacer más grata la experiencia de comunicar.
Todas estas herramientas o servicios tienen, al menos, una versión gratuita; algunos con diferentes escalas, soportándose en el modelo del micropago; forman parte del mundo colaborativo que facilita al usuario la personalización de sus espacios en la mágica Web 2.0. Provoca agradecer a los diseñadores y programadores que han hecho posible estas herramientas, fortaleciendo la lógica distribuida de la información. Para usarlas, quizás, a cambio, debamos dejar regados algunos de nuestros datos en la web, un costo mínimo para las posibilidades. Al menos por ahora.

Acá les dejo un resumen de estas herramientas, algunas nuevas, otras no tanto, cada una adaptada a necesidades distintas, en niveles básicos, pero que le pueden dar un toque de color a nuestros discursos.

Útil para transferir archivos muy pesados
No requiere registrarse. Se hace directamente añadiendo el archivo, destinatario y correo origen.


2.- Movie Maker
Es una herramienta adjunta a Windows que permite editar en forma muy sencilla y rápida un video: puede incluirse sonido, caracteres a las imágenes, transiciones y algunas animaciones muy básicas. Basta tener un video o imágenes disponibles que puedan transferirse a la herramienta. No permite editar por capas, pero resuelve cuentos rápidos audiovisuales.
Para ubicarlo, escribir Movie Maker en “Buscar programas y archivos” y aparece esta mágica lamparita de Aladino :)

Este video muestra cómo usar esta herramienta. La versión va a depender del tipo de Windows que tengamos en la compu (hay algunos matices).

Es una herramienta que permite hacer banners animados e insertarse en los sitios web que dispongamos. La herramienta cuenta con algunas plantillas que pueden adaptarse de acuerdo a lo que queramos. Sirve para propuestas rápidas que en algún momento quieran cambiarse y que no dependan de un concepto visual complejo.
Puede editarse en línea directamente, sin necesidad de registrarse y obtener el código html para insertar en el sitio. Una vez finalizado el proceso, se pierden los datos, pero es muy fácil comenzar de nuevo. Es recomendable descargar el archivo antes de insertar el código directamente, porque de lo contrario podría correrse el riesgo de perder vigencia y que en algún momento deje de funcionar el banner. En este blog personal, apliqué dos pruebas de banner, al principio y al final J

Para hacer memes, avatares, montajes, personajes con voces, gif animados para presentaciones.
Son muy fáciles. Su utilidad va a depender de la nobleza de nuestros objetivos.

5.- Proshow
Otra herramienta que facilita la realización de videos sencillos y cortos con imágenes y sonidos, aplicando animaciones predeterminadas. El resultado puede compartirse por redes sociales, o insertarse, pues se obtiene una url o el código html. Requiere registrarse y usa varios ambientes, desde al más básico hasta el más avanzado. El básico, en la versión gratuita tiene limitación: sólo podemos usar 15 imágenes.

6.- Tackk
Herramienta que permite crear, diseñar y publicar: carteles, boletines, posters. Los contenidos pueden ser compartidos por las redes.

Aún la tengo en remojo, pero se me está pareciendo a un blog fragmentado.  Debo revisarlo más. Estos son los recursos publicados, en prueba.

Comparto el material recomendado sobre esta herramienta:

Herramienta para hacer videotutoriales.
Muy útil para explicar procesos que impliquen una ruta en el computador, ya que esta herramienta va capturando nuestra pantalla, a su vez de ir grabando nuestra voz. También sirve para grabar una presentación, con nuestra voz. Una novedad para mí es que también captura parte de videos Youtube; se me ocurrieron algunos ejemplos que queramos ilustrar con algunos contenidos que ya están publicados en Youtube. Si estamos  grabando una presentación, podemos hacer una pausa (alt p), capturar parte del video, insertarla y continuar con la presentación. Tengo algunas ideas.  Se permite grabar full pantalla o también la opción de vernos nosotros con la captura de la webcam. Si movemos el cursor, se destaca la señalización.
Yo estuve probando la herramienta, descargando una aplicación, sin abrir una cuenta. Al visualizar, el material puede cortarse en su extensión (iniciar después o terminar antes). El resultado puede publicarse en youtube o ser descargado.
Acá hay un videotutorial deScreencast-o-matic, grabado con Screencat-o-matic :)

Herramienta para hacer infografías
Muy sencilla, tiene plantillas predeterminadas para casos distintos. Podemos escoger la que más se adapte a nuestras necesidades y cambiar los elementos, datos, colores, imágenes. Funciona para propuestas sin muchas ambiciones. Puede descargarse el resultado en jpg.
Acá hay un material que ofrece ideas para el uso de  easel.ly en el aula, realizado en Argentina. Puede ayudar:


9.- Scoop.it
Finalmente, vale la pena relacionar también esta herramienta no tan nueva, pero  que sigue siendo muy útil para organizar y socializar material en la web, con comentarios nuestros o compartidos. Funciona como una curaduría de contenido y lo he desempolvado para registrar el material usado en el aula y en la investigación académica. O, simplemente, cada vez que quiero recomendar lo que encuentro valioso en la web.

sábado, 21 de marzo de 2015

Palabras más, palabras menos


aicnegremE
Una ambulancia arresta la escasez sin honores
es la única instancia
a la que pueden acudir los silencios más ocultos de la madrugada
una ambulancia deja un destello de puro aullido
y parece restaurar entre las sábanas
la mendicidad encarnada de besos

La felicidad, promesa invertida de los hábiles caminos,
se va desdibujando en el techo
mientras las bondades eternas se evaporan
de tanto gemir

La almohada, depósito insigne de llamados absortos,
se disgrega
se antepone
se desvela

Una ambulancia camina y no sabe hacia dónde
hasta cuándo ni por qué


Paréntesis
Busco en las esquinas de este manto
como quien desciende de madrugada
a tomarse el vaso de agua que quedó en el sueño


Cuentas diarias
Hoy vi al vecino silbar cuando llegaba,
lo hacía suavemente,
venía contento a pesar de su fachada.
Hoy vi los huecos de la calle y pensé que pronto vendrían a arreglarlos.
Vi pancartas, semáforos, luciérnagas y espantapájaros. Los vi de cerca.
Vi la rabia y una que otra lágrima.
El señor de los periódicos salió corriendo detrás de una mercancía que volaba
y yo lo vi.
Vi el miedo de una ardilla al pasar de un árbol a otro.
Vi una que otra trenza de zapato y andaba suelta.
Vi el olvido. Vi el recuerdo. Vi la sonrisa.
La vida es así. Una simple suma de días.

  
Tercura
Un hilo pende distante, pero prende. 
Y la aguja insiste en enhebrarse.


Punto blanco
Tantos hilos no caben en estos deseos horizontales
los edredones permanecen en su lugar
como si las esquinas fuesen pueblos vacíos, sin guirnaldas

Las almohadas andan de un mal puesto
no entienden de simetría en ausencia
coronan sin éxito un lecho irremediablemente desnudo

Tantas siluetas sin nombre
Tanto techo
Tanta luz

Tanta cama


El túnel
Una luz no es tan sólo eso
Es la señal esperanzadora al final del camino
Es un haz que asegura
Es un conteo inerme de presencia
Es un poquito de ausencia cuando se pregunta ¿y eso?
Una luz verde ovalada parece una respiración entrecortada
Aunque no es tan sólo eso

Ruleta
Unos ojos no quieren cerrarse
Una, dos, cuatro, diez, doce, veintiséis vueltas del reloj y no cae la vigilia
La vida atenta contra las lánguidas noches
Y todo vuelve
Una, dos…veintiséis vueltas del reloj
Otros ojos no quieren abrirse
Veintiséis, doce, diez, cuatro, dos, una vuelta del reloj y alguien mira


Dilema
Todas las noches saben a vino ausente. Menos unas.
Todas las risas permanecen lejanas. Salvo unas cuantas.
Las cerezas cuelgan de las paredes esperando la primavera. Y no llega.
Todas esperan. Menos ayer: horas de promesas florecidas.
Todo se mueve. Todo se mueve. Todo se mueve.
Aunque el martes no y mañana tampoco.
Nada se mueve.
Todo se detiene. Menos el reloj.
Arriba amenazante. A un lado abandonado. Sin gracia.
Espera que lo tomen y suelta contento las horas en cuestión de segundos.
Todo queda. Todo queda. Todo queda.
Menos una que se va. Menos una que regresa. Todo queda.
No hay risas. Hay risas.
Todo. Todo. Todo.
Nada. Nada. Nada.
Él voltea y se cierra la puerta.
Sólo faltó un segundo para que todo quedara.
Mañana será otro día.
Ya hoy no queda nada. Salvo ella.


Carrier
En esta esquina
la gente cruza en diapositivas frescas
Y mira entre las vidrieras.
Pero la estela no deja ver por un rato hacia afuera.
Es como una nota desorientada
en medio de este mundo tan hoy.
Los carteles gozan de una vigencia infinita
y lloran entre los ojos del viejo silente que tintinea
con el recuerdo.
Parece un futuro vendido desde hace tanto.
Parece que yo estuviera en una fotografía antigua
enmarcada en una valla publicitaria.
Casi como descubriendo la pinta que va a aparecer al día siguiente.


Sólo para damas
La muchacha que baila tango
Está orinando en el baño
              Pensé que lo haría más lento.

 ¿Cuánto hace que no me desamarraba los zapatos?

 Qué rastrero es el tango
              t
                a
                  n
                           abajo

domingo, 1 de marzo de 2015

Me muero de la risa

Era el año 1991 y yo había sido invitada a formar parte del pequeño grupo de estudiantes venezolanos que asistiría al Encuentro de Periodismo Iberoamericano, con sede en el Instituto de Estudios Avanzados de Caracas (IDEA), en donde  los participantes estuvimos literalmente encerrados por casi una semana en un ambiente grato de discusiones, charlas y talleres con temas inherentes a la ciencia, la tecnología y la sociedad. Por cada país de Iberoamérica había un periodista representante, entiendo que seleccionado con gran criterio, a juzgar por la calidad de quienes allí se reunieron.

El encuentro fue, sin duda, una experiencia rica, de esas que marcan a los estudiantes cuando empiezan a codearse con profesionales y expertos. Aún guardo con cariño en mi cabeza a muchos de los periodistas con los que compartí aquellos días en los que queríamos comernos al mundo en cuatro grandes mordiscos. Particularmente, he convivido los últimos años con un recuerdo recurrente de la periodista cubana Mara Roque, a quien volví a ver en mi visita a La Habana un par de años después. Mara, sin saberlo, me ha acompañado en mis conversaciones sobre Venezuela y Cuba en la última década; muchos detalles de nuestros efímeros encuentros la unían a mis ideas en este tema; como no nos volvimos a ver, es obvio que lo que acá cuento es una interpretación muy personal de los recuerdos que de ella tengo.

Mara era una representante oficial de La Habana y, como tal, relataba de la manera más seria y precisa lo que le correspondía decir como periodista cubana en torno a la información, en el Encuentro Iberoamericano. Era una gran oradora y parecía muy honesta en su rol. Luego entendí que no era para menos: estando en La Habana dos años después, supe que era una presentadora estrella de televisión, dentro de lo que el contexto oficial permitía como producción audiovisual. Pero más simpático fue descubrir a la Mara íntima, en pequeños grupos, cuando, entendido un auditorio sin riesgos, desplegaba una cartera de chistes aderezados con su acento e histrionismo particular, con las cuitas cubanas como telón de fondo. Conocí con ella una variedad amplia de narrativas graciosas: chistes intelectuales, poéticos, políticos, populares, en los que sencillamente pude entender mejor cuál era la realidad cubana y fue ella quien me presentó a ese país con una lectura entre líneas, aderezada con el humor. ¿Los principales temas? Las colas, la escasez, la perpetuidad en el poder, la contrariedad ideológica, el hombre con esa hache tan minúsculamente posible, el sinsentido de la eterna espera por ser un país libre atado en sus más pequeños vericuetos.

Veinticuatro años después de aquel encuentro, volvió Mara a mis recuerdos, justo en octubre del año pasado, cuando esperaba -junto a un grupo numeroso de personas- que se me otorgara la ansiada constancia de no tener antecedentes penales. Se trataba de una larga espera de al menos seis horas, frente a la Plaza Candelaria; ya hacia el mediodía, parecíamos una gran familia que compartía entre risas y comentarios los más curiosos análisis de lo que estaba pasando en Venezuela. Una de las personas más cercanas a mi puesto, con orgullosa bandera maracucha, lideró con sabiduría criolla el festival de cuentos graciosos y no hubo compasión ante casi ninguna situación de penurias colectivas, siempre aderezada por ese aval que se permite el chiste en el que terminamos riéndonos por no llorar.

Todo iba bien para mí, hasta que el maracucho empieza a desempolvar en mi memoria uno de los chistes que siempre recordé de Mara, esta vez versionado por aquel compañero de espera, como quien adereza una misma pieza teatral con otros personajes y otros recursos de utilería. El chiste de Mara acudía, en gran acento cubano, a narrar la historia del pobre hombre que, desesperado por hacer tanta cola todo el tiempo, le confesó a su mujer que saldría a matar a Fidel; luego de muchas horas, el hombre regresa a su casa y ante la cara de angustia de su mujer, aquel le comenta: “oye, qué vaaa, había una cola inmensa para matar a Fidel”.     

Toda la Plaza Candelaria desapareció ante mí. El maracucho iba narrando aquella historia de manera similar, pero con ese gran acento maracucho y con Maduro como protagonista; yo veía cómo la cara de la gente iba desgranando cada palabra del chiste, asintiendo, dando constancia de formar parte de aquella caricatura de realidad, hasta que el grupo estalló en risas. Yo recordé que en su momento, hace veinticuatro años, cuando Mara contó su versión cubana de este chiste, yo reí a carcajadas, entendiendo perfectamente todos los códigos narrativos, pero obviamente asimilando una realidad prestada por un rato y de la cual no formaba parte.


Entonces comprendí sin decir nada, cómo nos hemos ido sacudiendo la realidad a risa limpia. Me pregunté cuál habría sido el primer contexto que diera origen a aquel chiste; antes que Cuba ¿quizás otro país con la misma miseria? En eso he andado rondando mucho tiempo, hasta que llegó hoy a mis manos este texto de Daniel Lansberg-RodríguezAs Venezuela’s Revolution Struggles, the Jokes Abound” publicado en The New Yorker. Definitivamente, más allá de las interpretaciones formales, puede concluirse que la risa es una de las pocas armas que se le ocurre a la gente cuando ya no le queda ni explicación ni sentido a lo que le ocurre a diario. Y que el guión ya está escrito desde hace muchos años.